miércoles, 30 de enero de 2013

Vale, vale... Lo confieso. Si pudiera ser más rara, lo sería

Ya no se trata de Japón. Me gusta la cultura japonesa, su historia sufrida (todas lo son, pero ésta con especial consenso). Escribir sobre el futuro conlleva, necesariamente, bucear por océanos tecnológicos plagados de ideas increíbles, teorías incomprensibles y científicos misántropos (sobre todo aquí, que están mal pagados... Los más afortunados que consiguen trabajar, quiero decir). El universo geek es una ola difícil de sortear y más difícil aún de ignorar. O entras de lleno, o te retiras. O saboreas todo el paquete, o "vuelve a tu maldito mundo real, humano cobarde... No eres digno del transhumanismo".
Después de un tiempo profundizando en esta subcultura emergente (o metacultura, o supracultura, o cibercultura, o lo que sea) algo cambia dentro de uno. Ya no eres el mismo. Te das cuenta, poco a poco, que tus gustos se han retorcido, se han transformado hasta convertirse en un instinto para lo extraño, para lo diferente. Ya no vale todo; ahora todo podría valer... Siempre y cuando sea suficientemente escaso y depure elegancia grotesca.
Vocaloid es un software de voz que ha sido utilizado para una serie de canciones agrupadas como SCL Project y que están interpretadas por el trio musical VanaN´Ice, cuyos tres componentes son Kaito, Gakupo y Len; todos ellos virtuales, por supuesto. Hay un músico (ella) de carne y hueso tras el grupo (Natsu-P) pero, ¿qué carajo importa la gente en el mundo geek? Ese es parte de su encanto... Que todo lo importante NO ES HUMANO.

Aunque, como ya dije al principio, yo he llegado aún más lejos.
No es sólo un grupo japonés con cantantes virtuales; es un cover en castellano de la canción.
Toma ya.





domingo, 27 de enero de 2013

Arena

Hace poco tuve uno de esos ataques de pánico que me dan tan a menudo cuando gasto más tiempo allí que acá. Por fortuna son ataques silenciosos, no se escuchan, no entristecen, no enferman. No es una dolencia orgánica sino, más bien, anímica. Creo que es el precio de ejercer como Dios aficionado. Allá no estoy, pero lo albergo todo. Allá no existo, pero todo lo que existe depende de mí.
Me pasa cuando vuelvo al principio. Volver al principio siempre es desmoralizante. Descubres lo mal que empleaste las palabras, los errores, las contradicciones y, lo peor de todo, te aburres a ti mismo. Tachas, mueves, cambias. Arrancas las raíces y plantas cualquier otra semilla, esperando que germine y te satisfaga. Sonríes aunque sospechas que volverá a pasar y que, lo que ahora te enorgullece, es solo un espejismo para mañana.

Por suerte, la ceguera es sólo temporal. Pasado un tiempo podemos rehacer lo andado, levantar nuevas murallas, emplear materiales innovadores.

"Duna en regeneración", se lee en uno de los carteles del paseo de madera de la playa.

Son palabras hermosas -pensé- Hasta para el alma de un ser humano...

Luego me deslumbró el sol.



jueves, 3 de enero de 2013

Falta, falta... ¡Qué más!

Un, dos, tres. Una palabra o puede que un par de frases. Darle la vuelta. Lo del estilo es una forma fina de llamar al molde de nuestros límites. Cuando leo esos párrafos es como si me apretasen con una camisa de fuerza...

Dumba-dumba-dim. Es una condena a repetirse, aunque no queramos, aunque nos esforcemos en hacer algo distinto. Resulta que las armas, el instrumental, nos remite a los parámetros establecidos, nos controla y nos sirve los platos del menú... ¿Menú? ¿Lo pedí yo, acaso?
¿Quién fue el traidor?

Ratarrata-pum. Atrapados como ratas, sin saberlo; entrampados en cajones, sin solución; maniatados a nuestra anatomía, prescritos por nuestro antropomorfismo y castigados por nuestro genoma... ¿Dame más?
¿Dónde pusieron las hojas de reclamación?

Falta algo... Mi instinto, que es el único héroe sin cara que conozco, me lo susurra cada día.
Falta algo... Maldita sea.
Y me tiro contra la primera pared que encuentro, a ver si saco algo más que un dolor de cabeza, con la música a todo volumen.



miércoles, 2 de enero de 2013

Enero

Este año he querido ser consciente de la llegada de Enero, mi mes favorito, el de los giros dramáticos, el de la conciencia, el de las grandes decisiones y los grandes proyectos. El mes de los cambios y el miedo al futuro. El mes que, apenas con llegar, me conmueve al mirar el nuevo calendario sentada en la silla de la cocina.
El mes del inicio de los sueños y el paso del tiempo.

El mes de la crisálida definitiva. Si llega a Enero, es irreversible. La nieve, el frío, los números nuevos. Enero es un mes largo y siempre me lo imagino como un anciano, no sé por qué.